Humedeciendo hasta el suelo y entre pompas con mi espectro, me humedezco a diario el cuerpo, me hago burbujas, me encero; y con fino aceite me ensebo, cada curva y hasta el pecho. Y con mis crema me enlecho hasta lubricarlo entero, a puro pelo el cerebro, sin que quede un vello seco, ni huecos por donde no entren dedos.
Me doy, me éxito, me suelto, me ato al cordón del mareo. Sin limites me toco y vuelvo, voy y vengo y si regreso, de adentros me salen fuegos; y ardo en celos cual infierno. En mis tiernas entrañas que consiento, en mis profundos adentros pedigüeños. De allí por donde si me tocan ciego y pierdo el conocimiento, me sale lo que entendieron en el cielo.
- Y enjabonándome quedo, hecha agua entre mis sueños por un cuento…
Hidratada de pasión, por mis océanos, vuelta ceda de vapor me balanceo. Cedo al embeleso y me cuelgo al cortinero, me abro, me encierro y me pliego para verlo. Si de entrepiernas mis hielos funden ebrios, hasta desbordar el baño y cual Convento, ver a mi Venus emergiendo en un velero. Y yo gritando del puerto, hembra a la vista, sin marinero.
– Empenachada y en cuero, con la rosa en barlovento, floreciendo en mi aguacero…
Vitaminándo mis nervios, faltas de esperma y de besos. Lejos de amores remedios y jurándole al olor intenso de mi masculino erecto. Enamorada de un necio, lejos de el que deseo, sola a mis horas me veo el busto frente al espejo. De esta mujer que me tengo, que me hace yo y que respeto. La máxima, lo primero, la vida mía y mis secretos de gobierno.
― ¡Y en espuma me condenso; y en sumo de ovarios bullendo me abandono al coqueteo…!
Palpo pezones, los restriego, me erizo y muerdo mis senos resistiendo. Se endurecen y estremezco, bajo los brazos, me tiento, me doy a mi y nada pierdo si no es peso. Recuerdo al hombre que anhelo, pues le soy fiel hasta durmiendo. Le doy todo, lo revuelvo y al aparecer lo resuelvo con un orgasmo violento, pues me excedo si lo pienso como quiero.
- Soy toda miel, le ruego y veo, lo presiento y me respiro entre sus barbas, saboreo mi garganta ensalivada; y con sus caricias me esclavizo coitando la mañana, más turbada…
Y me pierdo bajo fuentes loca y ávida. Nado, celo, subo en puente, ondulo ingrávida. Me detengo, espero y riego la esperanza, de amarillo a flor de piel ensimismada. Y la Venus me sumerge en una estampa, por chorros, gotas, cormenales y cañadas. Y al final de la corriente en olas largas, sola enjuago mi sazón en la distancia, entre pompas de jabón y acalorada.
– En deseos y lujurias bien bañada, en dorado reflejada desnudada, echa nata aventurada por pasarelas que resbalan; y cual Sirena vuelta Venus, bajo el agua, ya duchada…
― ¡Con mis piernas que acalambran, sin más toallas!
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Goutte d'Or, Paris, France
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