Se ha ido olvidada la historia y hoy vaga apenada y rebelde, ojerosa e impotente por campos cubiertos de sienes, de metralla, de fuego y nieve, de cabezas cortadas por las mentes puritanas, por las huestes malolientes, por los sabios sin deberes y por la gente que cree, que solo ven lo que quieren cuando no lo tienen. Se está postrando en un arca agobiada de un presente sin precedentes de ayeres que a la humanidad aconsejen, atestando que el amor es indeleble y que la vida vale más que locas iras, porque muere.
– Y alegando que mientras más se diga que se es consciente, menos consciencia se tiene.
Se ha ido olvidando la historia reemplazada por la tele, por los clones de la radio y por lo diario con eses, puesta al filo de las leyes con una espada en la frente en la era de las redes, dejada sin que se le considere, ante la impunidad de la especie. Llena de huecos y herpes, de penas grandes y de heridas leves, de méritos para los fuertes y pudientes y de migajas para los sirvientes y la plebe. Y ya nadie vive, ni nadie lee, solo se inhiben y por momentos felices el ser exhiben, aduciendo que más valen cicatrices, que ser libres.
‒ Sin ser firmes al bregar, aunque el mundo gire…
Se han ido olvidadas historias del panteón de las que duermen, del cementerio perenne donde los hechos se pierden, se reencarnan y un día vuelven sin querérsele, del muladar de las estirpes a las que las personas temen y del burdel de las ideologías y credos obsoletos, donde el profundo respeto se amilana ante el ligero genio. Y vean como la xenofobia en la claridad se revuelve y en la oscuridad la democracia cede, como el nazismo maldito se afinca agrupado en poderes y como el hito bonito, perece.
– Y un hilo de honda fobia donde se invoca a los débiles, corrompida y corrupta, se teje.
Se ha ido la olvida historia, excluida de los vientres por la semántica breve que en verdad no se comprende, a las cumbres de las glorias que se citan cuando llueve, sin vérsele. Cuando truenos y centellas hacen pensar que el presente se parece a algún ayer que se recuerde, que reaparece y se yergue sobre las brumas inertes sin que el frío lo congele. Haciendo de cantos de pueblos el objeto más helénico que sirva para tallar un cuento, fundiendo represión en miedo, e inspirando sinrazón y forcejeo, sin convenios.
– Como en las leyendas de cuatreros, de buenos malos y malos buenos convergiendo, mientras la historia arde en fuego y en los medios hablan de incendios sin bomberos.
– Olvidadizos y faltas de conocimientos, pero histéricos, sin cocimientos de remedio…
– ¡Para el histórico drama en el que nos veremos, llenos de tramas de nervios; y sin eco!
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