lunes, 15 de diciembre de 2014

– Las sombras peregrinas de la Ruta de los Desamparados.

Sombras caladas
 Cada día anda apurada como abstraída a su alma, no mira a quien cruza, ni habla. Nunca escucha a quien la llama, ni dice adiós aunque parta. Va distraída a sabiendas, que la ruta hecha de lodo enjuaga y friega. Y cada día su tarea es tan liviana, que inventarla y repensarla, pesa y cansa. A ella nadie al llegar la espera, nadie visita sus piernas. Dicen que al viento congela remontando sombras negras, la voz del tiempo perpetua es su desgraciada prenda. Pues temor e indiferencia, dan la formula que ciega.

- Y su camino ventila, botando lagrimas tintas, en el bar de aquella esquina…

– ¿Quien la diría en poesía tu favorita? – Mira a lo lejos, respira, date a un pensar e ironiza, que no exista cosa más linda sobre una página descrita; y hecha la ruta a la orilla, que la soledad no inspira…

― ¡Y frente al sol en cuclillas, arrodíllate ante ella; y hazle entrega de tu vida!

- Decir menos no es mi meta, le respondí a un tipo que recuenta la realidad de quienes lo rodean al dedillo y a la pena, cuando me sorprendió detrás de ella en una plaza aquí cerca.

– Remontando letras muertas, que mis memorias desvelan…

 Allá en lo oscuro aún me quedan, las heridas de su ausencia, los espectros de dilemas que en mis entrañas se enfrentan. La juventud, la protesta, el sonrojar de las fresas después de botes de espera. La servitud de la jerga, la incoherencia pasajera, el nada soy poco queda, lo que no puedo sin verla y la consciencia. Pues mi inconsciencia es extrema, si aún me dedico a perderla. Yo ando buscando una estrella que brote de una noche nueva. Y un cataclismo en la selva, será poco y si algo queda, serán dos velas, esperma y su cabellera revuelta.

― Peregrinando contenta cuando le haga sus fiestas, limpio el camino de piedras…

 Sin las formas que del umbral aún salen solas, sin tinieblas al llegar, ni viejas cuentas, ni querellas. Paso a paso hasta el final de la contienda, cuando viejo al despertar sienta que muera, entre sus brazos de hembra. Con el te espero que pega, justo al adiós que encomienda. A aquellos lares que alejan, a las almas que en la vida se profesan, amor eterno y entrega. Y aún me quedan decisiones al contártelo, por eso ando sanando y me sorprendiste observando, buscando el rumbo olvidado, recordando que la quiero tanto.

― Porque solos y desamparados, nos echamos al camino nublado y llovió a cantaros, que nos inundaron… – Gracias por la historia en tela de presagios, ya volveré un día a encontrarla remontando prosas mágicas y adagios reflejados, que hasta sus piernas me traigan para amarnos…

– Y contarás que las sombras al bregar se calan, cuando convergen dos astros gravitando enamorados, curando ampollas de angustias, por la Ruta de los Desamparados. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario