Cada cual con cada quien vive alegrías, de sombras no caen cenizas, ni de paraguas cortinas, ni en delirios tras caricias se han visto estrellas que giran, bailando por la gran vía. Todo debe darnos risa aunque perezca la vida, pues otras vidas distintas surgen el mismo día, sin que estas sean la desdicha de quienes de la vida expiran. Hay calderas que calientan las delicias y primaveras con brizas, que traen lluvias que refrescan, si dolía. Y por el paseo hacía arriba las chorreras bañan tibias; y gotas se deslizan frías, sobre rodillas.
Cada cual tiene su lira y la toca agradecida, yo ademas tengo mis rimas y las palabras precisas para hacer pensar que entre lineas de un pentagrama sin Diva, de notas salen dispersas melodías que dormitan. Y hace unos años corría, cuando las nubes de negro por las tardes se vestían, pues aunque rodaran pistas, lloviznas y camisas nunca hicieron bueno liga. Hace unos años decía, pues ahora invoco truenos y aguaceros, e irrigo mis pensamientos bajo chubascos de amor viejo, que en mis sesos de bohemio aún no seco.
Con una copa en la mano y un bolero en el teléfono, con mi cuaderno de sueños y los lagrimales gélidos. Y en mi cerebro su cuerpo, fundiendo en retos de antaño, listo para desnudarselo sediento. Caminando cabizbajo, escapando hacia el pasado en un buen baño, a la intemperie escampando en sus detalles acuáticos. Pues cual acueducto humano, cuando la observo ondulando, su vestido sale andando y ella se queda nadando entre mis brazos. Y cada cual por su lado sin pensarlo ni mandárselo chorrea excitando sus acuarios.
– Y hasta en recuentos lejanos que dejar no se ha llevado, aún ella sale roseando los sudores que al tocarnos nos causamos, cuando ya saciada en calma la empapé de coronilla.
– Pidiéndole como ella pretendía, hágasela vida, de sombrilla; y vuelva a empaparse solita.
– Y bajo trompas corría para ducharme en su dicha, mientras afuera llovían trombas líricas.
― Hágase la vida, recuerdo que le decía; y cual gata legendaria, sus siete la distinguían…
– Y me paraba en la esquina a esperarla y si venía, la desnudaba con la vista y ensalivada se temía la hembra liquida, la Ninfa hecha agua se sentía y en su piscina me bebía góticas.
― ¡Hagasela vida, usted misma; y pidiendo resistía enternecida y enfermiza…!
– Pues como cuento una tras una es infinita, si la tierra fertiliza humedecida.
– Hágase la vida y si la cadencia le incita, vuele en rimas y si la rítmica le inspira la sonrisa.
― ¡Hagasela, vida…; y vívala, hasta que salpique dicha…!
– Recuerdo que le decía, pues la apuesta era reciproca, hágase la vida; y se hacía la linda.
Enamorados, La Habana, Cuba
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