– ¿Y tu, que tiras al agua…?
A todos les preguntaba mientras la cañada avanzaba por la orilla de una estampa, pues aunque hoy gastada la formula, aún seguimos cuestionando lo que por nuestras cabezas no pasa, si al alcance de la vista, ni recalando vemos restos de ciertas fabulas recontadas sin pensarlas. Y las turbulencias formadas, las mecánicas en baja con la malicia ajustada inventadas por piratas. Los robles y las caña bravas, solo deducen que hay almas que desdeñan y se engañan, al decirnos que nos aman, actuando sin respetarse sus palabras.
– ¿Y tu, que sabes de magia…?
Reiteró en la misma página a quienes lo perturbaban adorándola, revolviendo el baúl de las culatas, donde pistolas cargadas se disparaban asustadas. E igual con la siguaraya rayando el palo sin rabia y con verdeazul en la cara. Y por si faltan palabras para precisar las claras, igual de la sabia plasmada se destila leche en nata y de hojas de marihuana se gastan tabacos aspirándola. Cual la tentación ensalzada enjuagando un verso en lagrimas, que advierte un tubo, cazando tórtolas blancas y conejos con rayas largas y anagramas.
– ¿Y tu, que piensas del mañana…?
Le dijeron las carnadas desde el borde de la vara, antes de caer colgadas ante profundas agallas. Y por qué, si aún no somos ranas no podemos croar basta, respétanos como gusarapos o nos colmaremos de algas y llenaremos las cañadas de huevos y rosas náuticas, de ruegos de no te vayas y de balsas desinfladas al caer albas. Y si en una semana tu no cambias, igual por donde al sol pescabas, pondremos patas de garzas en vez de temas de tablas matemáticas, para que las veas cruzadas entre la madrugada, la cama y la distancia.
– ¿Y tu, que dices con gracia…?
Que las cuestiones más raras se resuelven preguntándolas, que si damos importancia a quienes de verdad nos aman, tendremos la importancia máxima y hasta la eternidad conquistada acariciándolas. Digo que el verso que calla, cala en la oración plagiada y que si escuchas a quien habla, sabrás más que la expresión de un crucigrama. Y dirás gusarapos, partan, pecados vengan por aguadas, si las ganas de revanchas les contagian cuerpo y alma. Y si por casualidad te cansas, te despertarás mañana, entre mis sabanas.
– A la misma ahora acordada, cuando me dabas las gracias, acurrucada calentandotela…
– ¿Y tu, que ganas buscándola…?
– La ilusión de ser quien habla, respondió viendo su vara entrar ahogada mordida por una boca ancha, al filo de la madrugada; y emerger al ser tirada, cubierta en ramo de algas…
― A una carnosa pescada, empaquetada en hojalata, encerrada en una nasa que derivaba.
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