Todo y nada, plaga, lodo, restos de cuentas y poco oro. Ninguno, tampoco, nadie en la casa, sin voz, ni rostro. Ni cuerpo, ni alma, ni libertad, ni demonios. Sin ganas de cama, sin sensaciones de morbo, credos, sabanas y sin calor, ni agosto. Y velos rojos cayendo sobre el manicomio. Puntos, patadas, amalgamas fingidas en franjas, justo y preciso, sano el enojo.
– Y las manzanas en pulpa dando, jugos y néctares de polen de otoño, cual labios locos mordiendo poros; y las campanas doblando coros, soltando plomos, sobre sus pómulos…
– Y las estatuas, pasando francas, frotando palmas; y alas si faltan, pídanlas largas.
Focos y anónimos, polos, sinónimos, cuentos y antónimos relatados del mismo modo. En las cuerdas pasan roncos, por los riñones acuosos y en los intestinos forros que consuelan vientres pozos. Grueso el vaso y seco el ojo, pues con los lagrimales rotos el llanto resiste a antojos. Esos que tenemos nosotros, cuando ellos resentidos queman codos, sin ser hornos.
– Y en las paradas, del bus que pasa, montan pesadas, las majas guapas, las más citadas…
– Y las palabras finas no faltan, también las ansias en piezas lanzadas, miel de castañas brotando ingrávida; y las palmadas sobre las nalgas que portan damas, ariscos dándoselas.
– Y en las cascadas, si nadie habla, la tes del tiempo rocía las ramas, hasta que caigan…
– Y contra espadas, pared de espaldas, su vida llama aún recordándola, pues las mañanas inspiran placidas amor y llamas; y un buenos días, Princesa mágica, clamado amándola…
― Pared de espaldas, blandiendo espátulas, en la distancia, pero avistada.
Japon, 〒604-8805 Kyōto-fu, Kyōto-shi, Nakagyō-ku, Mibubanbachō, 37−21 ｅｓｐａｌｄａ
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