jueves, 10 de octubre de 2013

Notas de Paleontólogo: – Entrañas sin elegancia.

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Cualquiera aunque se conozca no sabe cómo es por
dentro, ni de que diámetro sus sesos se dilatan ante el
miedo, ni cómo se le pone el cerebro cuando entre besos
ve gélido. ¿Cuál de los dos no se para, el corazón o el
madero? ¿En qué momento se desborda el alma, al vaginarle
el foso con los dedos, o gimiendo en el silencio su adulterio?
¿Quién sabe lo que lleva dentro?; si no existe un ojo interno.
¡Somos nosotros y un cuerpo que engañamos sin quererlo!
Cualquiera dice te quiero y luego lo vemos mordiéndonos;
y es que nos quería ver muertos y no oyéndolo, pero no
supo decírnoslo, antes de vernos enfermos. La turba, un
arma y el dinero son objetos. La pobreza es un flagelo y
la riqueza un tormento si perdemos en el juego. Si en el
Molinos del pecho, Don Quijote cae vencido por los nervios.
- Qué situaciones me invento, ningún ejemplo es modelo,
pues ni lo eterno es perfecto. Todos portamos lo feo en un
armario siniestro que al nacer nos donó el médico; y lo
lindo lo gastamos en señuelos. Para conquistar mintiendo,
diciendo que somos bellos y buenos, cuando en verdad
somos tercos y no aceptamos ni consejos; ni lamentos…
- El ser es un pez perverso que si nadará hoy el mar estaría
seco. Y si volara por el cielo, viviera colgando frescos. El
dos más dos, el acuerdo y el desacuerdo sin consenso. Y el
recuerdo pasajero del guerrero, sin complejos, con la espada
ensangrentada en un soneto. Las epidemias de intenso, de
romántico y bohemio; y el descontructivismo moderno.
‒ ¡Todo eso es lucro nuestro!
- Conveniencias del comportamiento y sentidos paralelos
encontrados convergiendo al lado opuesto. Solo el vientre
tiene un polo eléctrico que descompensa lo neutro. Y tiembla
antes de que nos caguemos, porque los órganos ebrios
vomitan los alimentos. Y lo que tenemos dentro sale huyendo;
oliendo a cebo sintético relleno, podrido como los juramentos.
Y comprendemos que adentro la elegancia no va lejos, que las
entrañas son un hueco rojinegro, donde no se ve ni con catalejo.
¡Y lo anoto, pues acepto los defectos que tenemos!


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