lunes, 3 de marzo de 2014

Algún lugar en la costa.

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 El mar sereno y callado se entronizó sobre las olas, el opio de las amapolas
le dio al jardín luz y encantos para que zurearan las tórtolas. Las mariposas
llorosas copularon sobre rosas y despidieron la ronda polinizando sustratos;
y entre colores de campos y un cálido esperma de cera, dos amante en su
alcoba dulcemente sollozaron. Bajo una lluvia de rayos, se dieron besos
callados y se calaron los huesos de sus caderas y tórax. Y por la orilla una
ostra abrió su concha en pedazos; y se hizo espuma agitando a un pez su cola.
Se encendió el día, volvió la Aurora y palpitaron las bocas que al sonreír se
extasiaron. Y las sirenas silbando se sintieron tan dichosas que al nadar se
liberaron y despidieron aromas, excitadas sobre barcos que el horizonte
surcaron. Creció la hierba en la orilla por las verde pinceladas que les dedicó
un artista, que trazó líneas de plasma sobre sombrillas y áticos. Y hasta el
silvestre grisáceo se llenó de blancas paginas todas colmadas de ganas que
a poetas inspiraron, las melodías de un mañana salido de un libro mágico.
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- Y yo que andaba buscando por donde morder sus labios, le estremecí los
costados como lo haría un borracho con la botella y la mano, acariciándolos.
- Y ella se dio a mí ondulando y cuales girasoles brotamos; y cual amazona a
caballo trotó fundida entre mis brazos y consumamos el pecado coitando.
Se oyeron gritos bien altos, me dijo amor tú eres mago, la desvestí y le di
palmos y entre quejido y ramos le esparcí pétalos de nardos sobre su cuerpo
sudado. Sobre las rocas los cactus con erizos se aruñaron y el diapasón de
nuestros actos nos encandiló al estrellato; y la cadencia que entrepiernas
esperábamos, aceleró hasta que saltamos. Y nos dimos y quitamos y volvimos,
regresamos y nos fuimos sin mirarnos hasta llegar voluntarios; y hasta
vinimos y hablamos del divino oriente abstracto y de las profecías del diablo.
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 Y cuando llegó el orgasmo la escena se inundó y nos mojamos sobre las rocas
acostados, embelesados, besándonos y gimiendo dulces cantos.  Y por la orilla
la ostra se abrió y cerró el entreacto, cual deidad que aviva bolas cuando se sabe
gozando. Y por el mar las sirenas navegaron sobre barcos, comieron ricos
pescados y se alejaron silbando. Y yo que añoraba tanto morderle sus labios
cárnicos, me le acerqué coqueteando y le desbordé cual cántaro, la fuente de sus
milagros. Dándole de amor sus granos y esparciéndola con pétalos de nardos.
̶  Dicha y mañana en la Costa, salpican sal en balnearios, de lugares recordados.
Foto de Acebo
Diseños de Daniel Acebo Rodríguez
Humorista gráfico, Pintor y Diseñador.
Sagua la Grande, Villa Clara, Cuba, en 1966.
Graduado de la Escuela de Bellas Artes de San Alejandro, la Habana en 1986.
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