martes, 15 de julio de 2014

‒ Monologo de un caminante intransigente.

Tony Cantero Suárez El caminante
‒ ¡Ayer fue ayer y no vuelve aunque el pasado en instantes llegue a verse!
Cuanto recuerdo las nieves, las primaveras silvestres y los otoños cómo siempre azul-gris tenue. Este verano que aún llueve, lagrimas tintas de fiebre. Pobreza y letras calientes que al horno dicta mi mente, para que yo a solas piense en mí presente. Que entre rutas huele a cunas, a tierra, a despedidas y a muertes. Ya no me queda ni un diente; y mis dedos se acalambran y envejecen. Que burda cosa la mente, que destruye a quien renueve sus ayeres. Y nos yergue ante su tumba, cuando de olvido perecen.
A solas vago a esta hora, sigo el camino y es viernes, solo retengo que el jueves pasé de largo sonriente. El martes sentí que el miércoles sería otro día siguiente, cómo sábado y manteles y el domingo sin ustedes, que atrajo un lunes silente. Ando cansado y renuente, raro el deseo me da mieles. No oigo voces, ni veo seres, ni cruzo a nadie que vuelva de lugares a donde no se llegue. Tomo a solas estas gotas, café amargo en dulces notas, un cigarrillo a la sombra y la razón vuelta pistola.
Doy un tiro para bocas y sangro palabras fervientes que me desalteren, no ando buscando la gloria, no sueño con ser ni jefe, ni me interesan las historias de versiones que me apenen. Pues la raíz de la memoria, es lo que busco al moverme, aunque me cueste las crónicas de quien ganó por perderse. Asumo mi lengua y crece, veo que el rojo estira en olas y planto el césped de verde. Boto al rio la pistola, me zambullo y veo los peces, emerjo a puño al poniente; y dejo que el mal se lleve lo que duele.
Tony Cantero Suárez Ali Babá
Giro en redondo, salto y veo meses, años pasados, amor, confort y deberes. Familia, cargos, puntos de vista y sinrazones diferentes, que hacen del fuerte un enclenque si lo muerden cascabeles. Hombres, tornados, mujeres, viejos harapos y serpientes cuando hieren. Vuelvo al presente, pienso en ustedes. A los que vi allá en lo hondo nadando a contracorriente, remando pues el destino lo requiere. A los que sé aún me quieren; y a los que ahogados sin suerte, vi en lo negro oscurecerse.
‒ ¡Y olvido solo, a los demonios del morbo y a los mezquinos infieles!
- Armo lo roto, amanece, resplandece y podo el césped, veo que un árbol da sus frutos y que mi rostro ya alegre, arde rociado de verde…
- Pensando en todo, en ustedes, a solas conmigo, retorico y clemente.
Viendo agonizar ayeres, sangrados, remando a contra corriente. Cual la redención de un Duende que vuelve de donde nadie viene, pues su estrella le da luz aún al poniente, para indicarle el camino antes de que la noche empiece. Para legar su destino y calidades vigentes, sin plegar y a corazón ante serpientes. Cómo duelen, cómo hieren los ayeres cuando muerden. A qué distancia me alejé de aquel presente, poco importa pues mañana es día siguiente; y las sombras no resbalan mientras duermen.
- Y cuando llegue se dirán, que intransigente, mírenlo cómo ya vuelve…
‒ ¡Logró vencer sus ayeres!


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