Tu amor me da saliva y me alimenta, me hace creer cual ritual a la utopía. Me eleva, me ilusiona y me endereza; y me concentra el esplendor sin que lo pida. Me resuelve, me acomoda y me equilibra; y en ti rendida, calma mi vida, sueño vivirla. Y te juro que no habrá más que tu niña, incrustada en mi mirada, compartida.
Tu me inspiras la poesía en notas líricas, dibujas las melodías que da mi lira. Me sacas de los esquemas que encasillan; y entre caricias, te vuelves mía. Dame quiero tu calor Mujer Divina, e iluminate cual luz sobre mi cima. Porque viva la pasión hace que existas, pero muerta el corazón, limpia y olvida.
Tu mi guía y mi razón, mi voz, mi ninfa, cuentamillas de mi prisma, dinamita. Acuarela que quedó húmeda y sin firma, bingo venga, ganaremos si te invitas. Seca ahora el lagrimal donde te pintas, ponle velas largas, lozas, margaritas. Que de nada vale llorar pues la perfidia, te entristece la expresión y lloras tinta.
Cuenta gotas sin perdón, saca tu espina, redimete bajo el sol con tu sombrilla. Que no se diga que adiós, no significa, hasta siempre, cambia, pon, suelta y deriva. Da la vuelta alrededor, vuelve a mi esquina, que aquí espero cual cantor su musa rítmica. Para tomarte la mano y de rodillas, jurarte dicha, día tras día.
- Dame quiero tu calor Mujer Divina, hasta verte en mi encendida ardiente y bíblica.
– ¡Tu amor bueno luchare hasta que te rindas; y entre besos y caricias te haga mía!
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