Al doblar de cada esquina hay una acera, si hay más casas siguen ventanas y puertas, o una tapia que separa la vereda, de las quimeras y las tristezas. A la vuelta del olvido nada queda, pues las penas ya no rondan la cabeza, no hace falta ni lavarla y aunque huela, los protones nos redimirán con fuerza. Que florezca la alegría, que florezca, que retoñe con placer la flor de hiedra; y que irradie en la expresión que al suelo aqueja.
– Pues la vida entre dos siglos nos demuestra, que no hay mareas eternas, ni amor que muera, ni sol sin tierra ni luna llena, si parte de ella nació de un delta, entre las piernas.
– ¡Por vivir cada poeta trae leyendas, fabrican sueños, se dan y prestan pero no ruegan!
Al caer la estrella sabe a dónde vuela, cada punta tiene flechas que se entierran, la ilusión que la hace ver puede ser cierta, pero sin ojos, todos la niegan. Al subir las naves rosan los cometas, arman bullicios, el aire queman y cuando bajan se condensan, sin necesidad de que llueva. Que se enciendan las sonrisas, que se enciendan, que los labios se den besos primavera, dándose lenguas locos y revueltos, en miel de abeja.
– Pues la vida entre dos siglos trae maletas, de años de encuentros y de querellas, de humor ajeno y de tormentas; y en el destierro las manos buenas, cumplen promesas y se desvelan.
– ¡Nadie es profeta, ni en tierras huérfanas, ni en extranjeras, sin que lo entiendan!
Al partir la soledad las almas celan, sin silencio, pues solo hay fiestas, lámparas, ecos y verborrea. Si bien queremos, aunque nos duela, cuando nos dejan, somos el centro de ideas concretas. Y vemos la niebla como si fuera la luz del puerto frente a las velas, de barcos viejos que aún navegan. Que valga la eternidad, que valga la era, que se acabe la maldad y el amor vuelva, que el mañana sea gigante y cante al hambre, las nanas tiernas del pan de especias.
– Pues la vida entre dos siglos se recrea, en las estampas de una novela, donde el dilema que es cosa nuestra, hace las paces con la consciencia, hasta que el balde vacío se llena, con sutilezas.
– ¡Querer ser cuerdos, con locos pega, si al ser se encuentran armando lemas!
– Que se haga la razón con vehemencia; y que su semilla, sea de madera, de viejas cepas…
– Y que florezca la alegría, que florezca, que retoñe con placer la flor de hiedra; y canten en la mañana cuando llueva, la dulce esencia de las nanas tiernas, del pan de especia.
– ¡Si la vida entre dos siglos, pasa y queda, en quien recuerda!
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