Yo conozco al tipo ese que está pintado en el cuadro, al del sombrero alilargo y los colmillos dorados. A ese flaco alto incurvado que se viste como un guapo, que porta aretes tornados como espuelas de caballo, manillas de cuero ornadas con lanzas, flecos y balas. Con su cartera de placas y sus collares de rango, con su bigote mundano y con su jaba de guano tejida cual piel cubana, por vivas almas, con mazos, bien trenzada.
Y me recuerdo ahora cuando lo conocí hace ya años, cuando yo aún era un muchacho y el ya un macho consumado. Cierto aún joven pero sabio, con jerga y vocabulario que hacían temblar al más malo, que alegraba al vecindario y a las mujeres la baba les sacaba solo hablando. Y se paseaba iluminado, como el pintor consagrado en los palcos de teatro de su barrio. A veces lúcido y otras borracho, pero siempre oliendo a halagos.
– A alcohol raro, o a pescado; y aunque inerte, visualizando sus pasos…
‒ ¡Cual dios creído y no en vano, gritando vamos, dando saltos!
– Sonriendo al qué dirán los alocados, al asustarlos, loco endiablado…
Yo conozco al tipo ese y lo solía ver a diario amenizando un traspatio, con un rastrillo y un vaso de licor, adelgazando. Sonriendo desquiciado y pensando acelerado en algún futuro inmediato. A su señora avivándolo, a un Cuasimodo de entreactos, al temerario frustrado, a fantasmas despeinados, a Don Juan en el Calvario y en billetes pintados con la mano, a los reyes del pecado proletario y a los espías y soldados que desertaron.
– Y hasta a la minúscula espina, que hace sangrar al espinazo sollozando…
‒ ¡Pensando en todo, al pelo, al coco, pues sin mínimo no hay máximo, ni cobro!
Y confieso que hace un lustro no lo he visto, desde que no he vuelto al Morro. Desde el día en que regresé a este mundo loco, a la estufa de mis piernas sin socorro, a la tumba de mis días, a mi cosmos. Y lo extraño un sin fin, como a diario a tantos que conozco. Y me imagino en su lomo montado sobre sus hombros, jugando a tiernos Pinochos disfrazados de hombres lobos, auspiciándonos, cuales mortales románticos devotos.
– Y a propósito del tipo ese, del viejo Tony de Oro, yo lo adoro, lo reconozco…
– ¡Pues como padre no hay dos, ni tengo otro!
Diseños de Daniel Acebo Rodríguez
Humorista gráfico, Pintor y Diseñador.
Sagua la Grande, Villa Clara, Cuba, en 1966.
Graduado de la Escuela de Bellas Artes de San Alejandro, la Habana en 1986.
Comprare – Compre – Buy – Achetez
New Book in @amazon
“DES CHOSES CÉLÈBRES.”
Una selección onirica en lenguas de Voltaire & Cervantes, inspirada y ornada con las sublimes pinturas de Vincent Tessier.
Read T&P MAGAZINE – AN ALIVE JOURNAL. World Literary Actuality – Multilingual Journal.
Anuncios
No hay comentarios:
Publicar un comentario