
Bajo las sombra silentes que entre nubes nos persiguen,
existe un mundo de gente atada a hierro fundido, que
vagan por todos sitios. Un universo de estilos confundidos
que ensangrentados se pierden cobijados entre pieles; y
la verdad nunca la aprenden, porque mentir es decente.
Sus venas líquidas hierven, sus ojos miran y vuelven, el
pasado al pensamiento y el corazón al complejo, llenos de
sentimientos tercos y de celos veinteañeros. Atados a los
sueños verdes del rosado sexo cárnico; y al sentimiento
atrapado en la prisión del ovario y del pene monobásico.
¡Castigados por no amarnos; a cadena, candado y dardos!
Sin mirar que bajo puentes, los ríos sabios, surcan libres el
calvario sin mirarlo; y entre estaciones del año reverdecen.
Sus orillas mojan pies descalzos y bañan salto y acantilados
lejanos, navegan por ellas barcos con piratas y corsarios
que hace tiempo no contamos, o con modernos sicarios. Y
hasta el furor de estos cantos se da en ellos un buen baño;
eyacula en un orgasmo acalorado y grita alto un yo te amo.
La vida bohemia del agua los humanos la añoramos sin
ponernos a pensarlo; y al contrario nos atamos al milagro.
Pues nos fijamos al árbol como hierro de candado; si al
amarnos nos odiamos, es que quererse es de sabios…
Sobre las tablas de puentes tan viejos como lo usado,
vive un mundo ilusionado que nunca sabe que quiere. Y
que no se pregunta ni cuando pierde, porque no gana ni
a veces. Madera, lengua y demonios que a palos acaban
siempre; raíces de placenta en semen, secas de germen.
Y hasta que la vida no ve la muerte nadie dice por qué
teme, queriéndose a media mente. Nadie dice lo que
debe y pocos ven que se pierden al no querer a quien
deben. Nadie se contenta al ver que tiene lo que soñó
siempre: y quiere, y no ve que no lo quieren…
Canto al cantor olvidado y al ardor del candor tenue, al
eterno enamorado que nunca ha tenido suerte. Al que
ama y ha luchado y al que luchará sin verse. Al que
querrá si lo quieren; y al que no querrá, ni así lo besen
los labios más cotizados. Y a las letras que lo cuenten…
Amor, Calvario y Purgatorio son sinónimos de humanos;
y estos lo son de quererse, atados de pies y manos…
¡Castigando hasta lograrlo; a cadena, candado y dardos!
existe un mundo de gente atada a hierro fundido, que
vagan por todos sitios. Un universo de estilos confundidos
que ensangrentados se pierden cobijados entre pieles; y
la verdad nunca la aprenden, porque mentir es decente.
Sus venas líquidas hierven, sus ojos miran y vuelven, el
pasado al pensamiento y el corazón al complejo, llenos de
sentimientos tercos y de celos veinteañeros. Atados a los
sueños verdes del rosado sexo cárnico; y al sentimiento
atrapado en la prisión del ovario y del pene monobásico.
¡Castigados por no amarnos; a cadena, candado y dardos!
Sin mirar que bajo puentes, los ríos sabios, surcan libres el
calvario sin mirarlo; y entre estaciones del año reverdecen.
Sus orillas mojan pies descalzos y bañan salto y acantilados
lejanos, navegan por ellas barcos con piratas y corsarios
que hace tiempo no contamos, o con modernos sicarios. Y
hasta el furor de estos cantos se da en ellos un buen baño;
eyacula en un orgasmo acalorado y grita alto un yo te amo.
La vida bohemia del agua los humanos la añoramos sin
ponernos a pensarlo; y al contrario nos atamos al milagro.
Pues nos fijamos al árbol como hierro de candado; si al
amarnos nos odiamos, es que quererse es de sabios…
Sobre las tablas de puentes tan viejos como lo usado,
vive un mundo ilusionado que nunca sabe que quiere. Y
que no se pregunta ni cuando pierde, porque no gana ni
a veces. Madera, lengua y demonios que a palos acaban
siempre; raíces de placenta en semen, secas de germen.
Y hasta que la vida no ve la muerte nadie dice por qué
teme, queriéndose a media mente. Nadie dice lo que
debe y pocos ven que se pierden al no querer a quien
deben. Nadie se contenta al ver que tiene lo que soñó
siempre: y quiere, y no ve que no lo quieren…
Canto al cantor olvidado y al ardor del candor tenue, al
eterno enamorado que nunca ha tenido suerte. Al que
ama y ha luchado y al que luchará sin verse. Al que
querrá si lo quieren; y al que no querrá, ni así lo besen
los labios más cotizados. Y a las letras que lo cuenten…
Amor, Calvario y Purgatorio son sinónimos de humanos;
y estos lo son de quererse, atados de pies y manos…
¡Castigando hasta lograrlo; a cadena, candado y dardos!
Picture by Ariel Arias.
Web du photografe: http://500px.com/ariasphotos
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