miércoles, 24 de octubre de 2012

Las piernas de un monumento. (II)



Yo vi dos piernas en vela por la avenida del puerto,
sentadas sobre una silla y en un bar con un mojito,
tomando al alba el sereno y al crepúsculo tormentos; las
vi por un terreno de juego corriéndole a unos hombres
perros; y las vi en un cementerio poniendo flores a un
muerto…
Las vi gozando y fumando, llorando y cubriendo ruegos
que no valdría revelarlos. Las vi matándose insectos que
volaban a su lado. Las vi en mil peros sintéticos que no
cuento porque son largos. Las vi una vez desde lejos y
hoy sufro porque las extraño.
Y en la distancia les canto al ritmo de esta prosa en
versos, mis dedos enamorados me recuerdan sus
encantos. Y hoy se visten de floreros para despertarla con
magia, con oreja capa y daga siento sus venas corriendo;
buscando algún sendero abierto, para regresar a casa.
Y no seguirse exhibiendo lejos y en la distancia. Yo vi
unas piernas viajeras andando el destino de sus pasos,
caminando y caminando y resistiendo hasta el cansancio.
Volando alto y llorando sobre unos pies quebrantados
que nunca anduvieron descalzos. Ahora yo quiero
encontrarlas a la inversa de otros juegos para decirles
te quiero, y derretirles almíbar que les endulcen los huesos;
para amarlas a tiempo ancho y echarme al mar en velero.
¡Para a tiempo largo mimarlas con la magia de mis dedos!
Para andar siempre a su lado con mis sueños de sol ebrio,
que descritos llega lejos y extasiando llenan cielos de
miles de luceros célicos. Que alumbran al universo entero
cuando las meto en mis sueños; y veo sus piernas sonriendo
y esperando por mis besos, por mis caricias y juegos…
Por la magia de mis dedos, que dan masajes suculentos… 

Pic. by Tony Cantero Suárez. 

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