Ya no queda nada de su imagen y he olvidado hasta su rostro,
me he abstraído a no pensarlos y ya no veo más sus ojos, me
he cansado de añorarlos y con sus labios ya no sueño. Pero
el recuerdo quedará, porque fue mía de verdad, porque al
pasar el tiempo a amar perdura el fuego; y en él me quemo.
¡Pues aun la quiero!
Aun recuerdo su silueta en el cristal, frente al espejo. Sus
senos vueltos dos manzanas a probar, sus vellos tensos y
erizados de gritar, caliente el leño a media luz olí el diván; y
sus misterios. Y su cintura entre mis manos veo girar, le
doy dos palmos por sus caderas manjar; y ondula a nervios.
Aun la recuerdo; y me embeleso…
Adiós la aurora, la pasión moja el rosal. Y espinas cortas se
destinan para hincar, la carne tremola revive en azahar,
me muero ahora aquí plantando un limonar. Que agria la
historia, si ella no está. Su sombra ronda mi camino y se
me va, sus cabellos sueltos en mis versos quedarán…
Su voz, sus gestos, su mar revuelto y su candor séptimo
cielo; y sus manos dulces, que al besar toqué las nubes.
Ya la he olvidado porque el tiempo logra hacerlo, solo
recuerdo que la he amado sin complejos, que al adiós el
sol calló sobre los cerros; y que la luna se estrelló por un
alero. La pena en juego, esa noche me vi muerto. Que
dolor fiero, pues aun la quiero como un necio.
Y ni en epítetos consuelo mis deseos, de bien besarla
como en versos se los cuento. De deletrearle cada signo
de su aliento, de acariciarle el cuerpo entero y ser su
dueño. Frente al cristal toda embriagada ante el espejo,
el leño en fuego y el diván oliendo a sexo veraniego.
A nuestros besos y a cabellos por el suelo.
¡Como recuerdo…!
me he abstraído a no pensarlos y ya no veo más sus ojos, me
he cansado de añorarlos y con sus labios ya no sueño. Pero
el recuerdo quedará, porque fue mía de verdad, porque al
pasar el tiempo a amar perdura el fuego; y en él me quemo.
¡Pues aun la quiero!
Aun recuerdo su silueta en el cristal, frente al espejo. Sus
senos vueltos dos manzanas a probar, sus vellos tensos y
erizados de gritar, caliente el leño a media luz olí el diván; y
sus misterios. Y su cintura entre mis manos veo girar, le
doy dos palmos por sus caderas manjar; y ondula a nervios.
Aun la recuerdo; y me embeleso…
Adiós la aurora, la pasión moja el rosal. Y espinas cortas se
destinan para hincar, la carne tremola revive en azahar,
me muero ahora aquí plantando un limonar. Que agria la
historia, si ella no está. Su sombra ronda mi camino y se
me va, sus cabellos sueltos en mis versos quedarán…
Su voz, sus gestos, su mar revuelto y su candor séptimo
cielo; y sus manos dulces, que al besar toqué las nubes.
Ya la he olvidado porque el tiempo logra hacerlo, solo
recuerdo que la he amado sin complejos, que al adiós el
sol calló sobre los cerros; y que la luna se estrelló por un
alero. La pena en juego, esa noche me vi muerto. Que
dolor fiero, pues aun la quiero como un necio.
Y ni en epítetos consuelo mis deseos, de bien besarla
como en versos se los cuento. De deletrearle cada signo
de su aliento, de acariciarle el cuerpo entero y ser su
dueño. Frente al cristal toda embriagada ante el espejo,
el leño en fuego y el diván oliendo a sexo veraniego.
A nuestros besos y a cabellos por el suelo.
¡Como recuerdo…!
Picture Pépita by Mary Paquet.
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