¡Cuando te digo que te pienso, te pienso…!
Y cuando escribo tu eres verso sonriendo en mi tintero,
si estoy despierto te anhelo y me pasa hasta durmiendo,
pues cuando digo que te pienso es porque lo hago todo el
tiempo. Tu nombre invoco en silencio y al despertarme me
celo porque al mira no te veo, porque tus besos no tengo.
Veo en el techo algún reflejo y lo asemejo a tus senos, si
miro al suelo el sombrero se ilumina en un momento, sale una
flor toda lánguida, un conejo y una paloma fantástica. Una
lámpara, un lecho; y sobre el nuestros cuerpos. Como siluetas
ensimismadas de espectros palaciegos perdido por mi tintero.
Cantando a amores viajeros; mientras yo te pienso y te pienso.
Pues cuando en ti me concentro puede hundirse el mundo
entero dentro en un hueco negro, que no me entero pues te
pienso. Y nos veo en aquel bar donde nos recuerdo, bebiendo
un trago contentos. Bailando pecho con pecho los dos pegados
y en nervios; tu ondulando tu modelo y erotizando el momento.
Y yo pensando me quedo a robarte un beso fiero desnudo
frente a tus ojos, luego me pego y te tengo y vuelta de espalda
te toco; y te aprieto. Te dejo muda y te vuelvo; y en arco te erizo
el cuello con mis dedos. Cuando te pienso nos veo, a caricias por
los cielo del deseo, fundando un mundo con nuestros cuentos.
Por un universo de sueño duraderos.
Y te desvisto en una sala abierta a un delta, con su balcón
sobre montañas descansando, a lo lejos divisamos la
pradera, surca un rio entre los cerros y hay naranjos en
el patio. Y yo te invito a divisarla en un abrazo. A ver el cielo
que se apega de un costado; a un mar con ángulos y brazos.
Y nos olemos, al aire puro de un susurro que endulzamos. Y
nos besamos, yo por tus manos; y tú por mis labios cárnicos.
Y hasta al paisaje en un soneto leo rimando, con verbo
intenso, al fuego mágico. La lluvia nueva vino a refrescar
el campo del fiero sol del verano, llueve y veo que nos
bañamos bajo arcoíris y cantos. Y el humo monta del lago
del costado donde hay mangos y el camino llega al prado.
A los jardines secretos del corazón del condado, donde se
inspira el deseo como en versos dibujados, dándonos amor
al máximo. Y allí pensando te veo, leyendo en líneas tus
años y el trayecto caminado. Recordando lo que has dado,
lo perdido y lo supuesto entre venturas y desaciertos.
Te veo y me acerco a tu lado; y pensándote me duermo.
Y cuando escribo tu eres verso sonriendo en mi tintero,
si estoy despierto te anhelo y me pasa hasta durmiendo,
pues cuando digo que te pienso es porque lo hago todo el
tiempo. Tu nombre invoco en silencio y al despertarme me
celo porque al mira no te veo, porque tus besos no tengo.
Veo en el techo algún reflejo y lo asemejo a tus senos, si
miro al suelo el sombrero se ilumina en un momento, sale una
flor toda lánguida, un conejo y una paloma fantástica. Una
lámpara, un lecho; y sobre el nuestros cuerpos. Como siluetas
ensimismadas de espectros palaciegos perdido por mi tintero.
Cantando a amores viajeros; mientras yo te pienso y te pienso.
Pues cuando en ti me concentro puede hundirse el mundo
entero dentro en un hueco negro, que no me entero pues te
pienso. Y nos veo en aquel bar donde nos recuerdo, bebiendo
un trago contentos. Bailando pecho con pecho los dos pegados
y en nervios; tu ondulando tu modelo y erotizando el momento.
Y yo pensando me quedo a robarte un beso fiero desnudo
frente a tus ojos, luego me pego y te tengo y vuelta de espalda
te toco; y te aprieto. Te dejo muda y te vuelvo; y en arco te erizo
el cuello con mis dedos. Cuando te pienso nos veo, a caricias por
los cielo del deseo, fundando un mundo con nuestros cuentos.
Por un universo de sueño duraderos.
Y te desvisto en una sala abierta a un delta, con su balcón
sobre montañas descansando, a lo lejos divisamos la
pradera, surca un rio entre los cerros y hay naranjos en
el patio. Y yo te invito a divisarla en un abrazo. A ver el cielo
que se apega de un costado; a un mar con ángulos y brazos.
Y nos olemos, al aire puro de un susurro que endulzamos. Y
nos besamos, yo por tus manos; y tú por mis labios cárnicos.
Y hasta al paisaje en un soneto leo rimando, con verbo
intenso, al fuego mágico. La lluvia nueva vino a refrescar
el campo del fiero sol del verano, llueve y veo que nos
bañamos bajo arcoíris y cantos. Y el humo monta del lago
del costado donde hay mangos y el camino llega al prado.
A los jardines secretos del corazón del condado, donde se
inspira el deseo como en versos dibujados, dándonos amor
al máximo. Y allí pensando te veo, leyendo en líneas tus
años y el trayecto caminado. Recordando lo que has dado,
lo perdido y lo supuesto entre venturas y desaciertos.
Te veo y me acerco a tu lado; y pensándote me duermo.
Picture by Ariel Arias.
Web du photografe: http://500px.com/ariasphotos
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