martes, 30 de julio de 2013

¡El por qué del poeta!

Solamente cuando sueño me voy lejos,
cuando mis ojos le cierro a los tormentos,
cuando me encuentro en el silencio un
verso nuevo, que se escapa del tintero y
en mis dedos se hace eterno; y cuando
te digo que te quiero entre dos besos…
Cuando siento que estoy lejos sé que
pierdo, se que pierdo lo que quiero sin
remedio. Solamente cuando escribo soy
sendero, que lleva hasta un camino
abierto; y cuando no escribo soy nervios
endiablados en deseos de amor nuevo.
Y es que solo cuando sueño estoy
despierto; y cuando veo lo que pierdo
me aborrezco. Vuelo en versos, irrito la
tinta en excesos, solo te pienso y te
pienso preguntando como haremos; y
me pierdo en el silencio del recuerdo.
Y hasta el pasado regreso, hacia un
destino de reencuentros pasajeros.
Solamente cuando pienso vago cuerdo,
dejo al poeta mis sesos para que se
inspire con ellos. Le dejo el mundo que
veo, mis corduras, mis medidas y mis
dedos de hombre ecléctico. Lo dejo con
todo el cuerpo y le agrego lo que tengo.
Y yo me abstraigo en predios célicos
con mis pinceles oníricos; y allí me
siento y te tengo en mis pretéritos
sinceros y más viejos. Pongo una isla en
ejemplo de deseos, me voy a ella en
velero surcando mares de páginas…
¡Llego y pesco, ceno y duermo!
Veo una sirena, me pego, la pinto en
blanco bien gélido, le doy besos y más
besos y en un retrato la enciendo. Le
doy amor, la sorprendo, le digo que la
quiero y sigo el beso; solamente si
describo el mundo es bello y no secreto.
Porque en realidad está más feo y
hay misterios atmosféricos violentos,
porque el hombre mismo lo ha trocado
con conceptos altaneros y desprecio;
por eso en poeta advierto lo que pienso,
por si el hombre un día se cansa de decirlo.
Solamente cuando sueño hago un buen
verso que dedico; a quienes quieran leerlo.

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