martes, 30 de julio de 2013

La Galaxia de las Ninfas Célicas.

Une petite création en lhonneur de personnes très talentueuses MUA, styliste, photographe et modèles con Moreau Créatrice Sylvie y Dominique Tomasso-Photographe.

Había una vez al oeste de todo mundo de seres, una tierra de mujeres
donde ser hombre era de héroes. Una estrella que giraba hacia el
poniente, sin dolor por las pasiones que nos hieren. Un tributo para
Diosas de almas verdes, un lugar donde el aroma sentía a genes. A
aguardiente, a aceite hirviente; a humos, a geles. Un galáctico universo
visto en versos, como en sueños que al tenerlos cuentan estos…
Y allí viví yo, durmiendo, como los héroes de los cuentos que leemos.
Entre Ceres, Aradia y Ártemis, Venus y Vesta. Con Atenea y con
Freya; con  Flora, Fortuna y Tara Blanca. Con GangaHera y Ea, con
Hestia, Isis y Morgana. También conocí si alguna falta, a Nut, a
Selene y a Perséfone. A Tara Verde, a Valquirias; a Vesta, a Hestia y a
Innana. Me besé hasta con Minerva, con Oshun y Yemanyá. Con Oyá
mi madre Yansá, con Tara, Diana y Maat; y con la Soledad desecha…
Me di baños de María…
¡Y la vi volar vuelta Ninfa, aparecida en Afrodita!
En la Galaxia de las Diosas que dominan, los vestidos eran cintas,
los desnudos con embrujos, los ensueños de diluvios y los gemidos
profundos. Las unas vagaban desnudas, las otras rimaban fintas, las
había adormecidas y también sirena bohemias. Pero de ellas, solo
la Reina se autorizaba un velo encima, vertido en cera y miel de abeja;
y se vestía para que la desvistieran a la sombra de una noche en velas.
Cual Luna llena de estrellas iluminada sobre un firmamento de cuerdas;
con la mirada del día, susurrada entre caricias, por el cuello y las mejillas.
Y en las noches premiaba al Duende que la exhibiera, en la alcoba
donde en tinta iluminaba; su carne lívida. Consintiendo a cada ojo
que admiraba su película, de morbo artística. A miradas, a miradas y
miradas, sobrias, dulces y encantadas; y extasiada orgasmizaba sin que
la tocaran. Y corría dando grito la comarca, desnudándose hasta que
llegaba el alba; con miradas y miradas. Y miradas, miradas y miradas.
Y hasta allí llegué yo un día, con la mía que al pintarla le dio ganas.
Al balcón del corazón de aquella estrella, a los cerros donde el sol
sale a sabiendas, que las lluvias para mojarlo lo esperan. Hasta allí
llegué con ella para verla como las Reinas desean, con mi espada
entre sus piernas, navegando en la marea. Con mi corona de
guerras ganadas en mil poemas, con mis leyendas que cuentan los
que celan por carencia; como el beso sin razón que roba lengua.
Hasta allí llegué a beberme una cerveza, hasta el borde de la playa
de los nervios del misterio por las venas. A bañarme en su veneno
fotogénico, a inundarla de deseos suculentos. A besarla con mis
versos siete cielos; sin tormentos, todo verbos. A los labios de su
Alteza sentimientos, a mirarla lentamente hasta durmiendo. A
explorarle la consciencia a sus recuerdos; a desvelarle momentos.
¡Y a darle a dedos los nuevos, con estos que escriben versos!
Hasta el sueño en que la estrella se fue lejos, pues la noche toda
negra explotó en fuegos, apagada en el silencio de un sol ciego
por los celos que atrae el viento. Pretendido tulipán de don guerrero,
asesino de lujurias y pañuelos; desespero, retroceso, compasión
y desconsuelo. Y la galaxia se enfermó y perdió sus fueros. Y las
mujeres sufrieron; y se fueron yendo, corriendo a buscar remedio.
¡En otro mundo donde no las vemos; por donde a veces me pierdo!
Con Ceres, Aradia y Ártemis, Venus y Ea. Con Atenea y con Freya;
con  Flora, Fortuna y Cultura; y con la Reina que las Ninfas tengan…
En su Galaxia secreta, donde solo admiten hembras que se quieran.
Web of the photographer: http://www.lookandlike.book.fr

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