miércoles, 3 de julio de 2013

Oleo indiscreto…

Quiero empaparme de rojo con el creyón de tus labios,
morder tus dientes tallado, mascar lo blanco, coger
tus labios, besártelos, tomar tu lengua de un trago y
embriagarme en tus encantos enigmáticos. Mirar tus
ojos malvados y con mis dedos cerrártelos; hasta que
veas el milagro. Y me veas a mí a tu lado, dándote
amor sin quitártelo; y diciéndote lo que te hago…
Te voy a vestir de blanco y voy a traerte un lazo
con el que te ataré despacio las manos detrás del
cuerpo. Y voy a tirarte a lo largo, de la sala, por el
suelo. Y voy a darte jugando, mil caricias, en el cuello,
que te hagan temblar el cielo con aguaceros violentos;
y voy a montarte al séptimo en un carruaje viejo, en un
orgasmo sin frenos, perdida al sol y en desiertos…
Con un concierto de dedos que al piano tocan te
quieros gélidos; que inspiran como dulces melodías
de flamenco…
Me voy a parar de hacértelo cuando te abra los ojos
y me veas por tu pensamiento. Cuando el mar de tus
adentros haya inundado el espejo; y tu estés por todo
aquello, incurvándote y oliéndome. Y yo te vea
sonriente como una Ola de versos, que llega hasta una
playa ardiente y vuelve a la inmensidad del océano,
para cargarse de peces; y hacer espuma con ellos…
Como Diosa del Oriente pintada al Óleo indiscreto por
un desierto donde nieve, buscando un Sol al poniente
que a su Luna le dé besos. Con el vestido y pendientes
que te has quitado gimiendo, con lo no visto y lo
hecho. Con el conjunto completo tocándote cascabeles,
con tus cabellos por el pecho ondulándote y batiéndote,
con tus caderas al viento; y en un sinfín de mareos…
Con el corazón hambriento y en el vientre un pozo
ciego. Con tus brazos, con tu velo, con el vuelo de tu
espectro colgado al séptimo cielo, con la punta de mis
dedos dando un concierto en tu cuerpo, con el auditorio
lleno. Estaremos solos aquí adentro, pero con tus gritos
habrá cientos que se despertarán en el pueblo; y no me
voy a parar de hacerlo, hasta que se termine el juego.
Cuando una pincelada nítida te vuelva a dibujar los
senos reflejados al espejo. Cuando mis labios ya rojos
pinten sin morbo tu cuerpo y te llenen de deseos,
cuando tus ojos abiertos me hagan un guiño andariego
y yo te note cayendo. Y tú te quedes durmiendo
hundida contra mi pecho, relajando tus mareos; y
desnuda entre mis nervios ebrios…
Cuando tu vestido blanco ande a gusto por el suelo
y yo sin ropa ande suelto. Cuando se nos apague el
madero que ardera en la chimenea que tendremos,
cuando la vela sea cera y no quede ni un vaso lleno,
ni un solo botón no abierto de los Milsueños del
cuento. Cuando sueñes con mis dedos, cuando me
digas te quiero; y yo te escriba otros versos.
¡Indiscretos como estos!

Picture by Tony Cantero Suárez.

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