domingo, 5 de enero de 2014

En el Partido del Gesto.


Hier soir by Ariel Arias for Tony Cantero Suárez
 Me di cita con amigos de los que a menudo veo  en un sitio rodeado de
espejos, en uno de esos bares viejos donde los ciegos con perros siguen el
rastro a conejos. Lleno de puercos sin pelos, de borrachos, de rancheros y de
caballeros eclécticos, dispuestos a romperle el cuero al más polémico de los
seres cuerdos. Con una barra en el medio y al costado juegos de esos en los
que se pierde dinero y se dilapidan conceptos. Con el techo abierto a un
cielo pintado sobre un lecho negro, lleno de estrellas y luceros que al
encenderse se daban besos; y al iluminarse fuego hecho con carbón de sesos.
Un lugar que olía a tiempo, a los que pasan y a los que vemos, a los futuros
momentos que algún día viviremos, a alcohol, a olivas y a metro. A aliento
etílico revuelto con melodías para encuentros. Y entre recuerdos pasajeros
de los pasados bohemio más frenéticos, vividos en la intimidad de un florero,
cuales Milsueños colgando por fuera de los aleros. Un bar de pueblo, ni más,
ni menos. Con vasos, jarras, mesas y meseros. Mujeres, versos y dinero;
- con la ilusión de mareo en cada pecho. Y con el vestíbulo lleno de casacas y
sombreros, de carteras y de espectros de ciervos muriendo contentos.
Era la Sede del Hecho, de todo lo que pasaba en serio. La Permanencia sin
secretos de una Organización sin ejemplos en todo el Mundo Moderno, el
Cuartel de los reductos de modelos que se reúnen removiendo mientras
nos velan el sueño sin sentir celos. Y allí todo no era nuevo, ni bello, ni
feo, ni perfecto. Los principios y preceptos los repetían sin sabérselos, si
peleaban eran neutros y si se amaban eran ellos. Era el Palacio del Juego
de los destinos de cuentos, la Fraternidad de los vueltos Caballeros por la
virtud de sus sentimientos. Sin distinción de géneros, ni de financieros.
- Ni de razas, ni de edades, ni de credos: ‒ ¡Era el Partido del Gesto!
‒ La razón del magisterio y la gloria del maestro, la convicción que
aprendemos, era el lugar donde estemos, ahora mismo, o quizás luego…
 Y nos bebimos mil cuentos en las copas de deseos suculentos que
saben a milagro eterno. Sal de utopías sin veneno y licor de musgos
gélidos sedientos, con sedimentos de vestigios de oro huérfano y ojos
de terciopelo en cedro. Arena de mar de ensueños y recovecos que en
invierno inundan hielos. Y nos chupamos los dedos con los manjares
que al puerto traían los Marineros ebrios, los pescados en pecados de
amor ciego, los barberos mal rapados y egocéntricos. La flor con la
corona en el pecho; y la visión que en lo profundo aspira al sueño.
 El porciento by Ariel Arias for Tony Cantero Suárez
Y nos sentimos más vivos que antes de creernos muertos, nos
despertamos sonriendo después de un idilio interno causado por los
sentimientos más sinceros y la solidaridad de aquellos que vomitando
nos vieron, depositando tarecos que de nuestras bilis salieron
descontentos. Flema de sábados pérfidos, acido de nata de perros
rabiosos que ladran mordiendo, circuncisión de intelectos y proyectos
sin sombreros y sin métodos. Y nos recogieron del suelo para sentarnos
a vernos, mientras volvíamos al ruedo, en un Congreso de ingenuos.
‒ ¡Aquí se invita a ser serios, aunque bailemos el perchero…!
Así rezaban los letrero puestos sobre lo alto de cada espejo, que se
reflejaban en los bajos de estos. Mientras giraban al centro, arriba, a
los lados y hacia el medio. Se encendían y se abrían, se cerraban y
se alzaban sobre el cielo. Aquí se invita a ser serios, cual cuadratura
de circulo para formularios resueltos. Remedio santo para obreros
que piensen que siendo ciervos alguien les dará dinero. Para
los corazones pérfidos y para los listos de cuerpos que tienen
cerebros amnésicos, amputados de conocimientos modernos.
Reivindicado el concepto, con nosotros como ejemplos y modelos;
y acordándonos la suerte de allí verlo hecho. En el Partido del Gesto,
donde se nos invita a ser serios mirándonos de frente en cada espejo,
hasta lo más profundo que podamos conocernos. Y a ir lejos, donde
las apariencias no sean más que un vago intento de acordar que a
cada instante avanza el tiempo y nos podrimos sin bello. Que los
seres tenemos vértices convexos. Y que aunque biológicamente
converjamos; y nuestros pensamientos sean opuestos al querernos.
‒ La diferencia merece respeto; y este solo se logra aprendiéndolo.
¡En el Partido del Gesto, donde se intenta ser serios, pretendiéndolo!
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