domingo, 31 de mayo de 2015

― La Gioconda de caramelo.

La Gioconda moderna
 Solía verla bien pintada tomando sol embelesada en la puerta de su casa, sentada sobre la baranda del balcón donde soñaba hacer de almohada, ella desnuda y yo amándola. Ella pidiendo y yo dándole chambelonas de manzana, en su jugo azucaradas con leche de flor de caña y polen de mejorana macerada con naranjas, agrias pero nunca amargas. Y se mecía durante horas, loca ardiente ensimismada en su columpio para damas cortejadas, que justamente quedaba frente al marco de mi ventana, situada un poco más alta. Desde donde la divisaba en las mañanas, sofocada, vestida con su larga bata blanca, cual la deidad idolatrada del buen karma, que la cabeza me encanta y me distrae la mirada.
 Su enigmática sonrisa me conquistó hasta la patria, la llamaba mi muchacha, Doña Gioconda, la flaca. Mientras ella me gritaba, dale baja, que en el piso la razón marcha empujándola, como las piedras tiradas, desde cascadas más altas que las palmas. Y yo le respondía mañana, te amaré por cada milla, remachando hasta que atrape la distancia para meterme en tu cama y acortárnosla. Para dibujar la gracia con las plumas de tus alas, para imprimirte una página ebria de ardor y sudada, de reverso, romanceada y bañada en aceite de algas. Pues los calores se atrapan cuando el pino al techo abraza hasta que caiga; y de los ombligos emanan marejadas de aguas matrices, que dejan mojadas las sabanas.
– Solía verla al decorarla, hasta que ya terminada, su cuadro colgué en la sala para en su pulpa chuparle hasta la cascara, como a la ofrenda más cara, repujada en plata y lagrimas…
 Para respirar su fragancia y almíbar, añejándola en licor de miel de sabia, enviándola cual carta enamorada a otra galaxia, donde los sueños desandan. Acariciando su rostro y maquillando sus pestañas estirándoselas, derritiendole las niñas de sus ojazos de gata y su silueta de maja que en las cúspides estalla, que maúlla al erizarla y gime cuando llega placida. Y despeinando sus cabellos con mis dedos, sumiéndola por la espalda para verla encaprichada aspirándome a garganta. Consumida cada vena, hilada hasta las cimas de su limbo, para posarme como pajarito y suspirarle al oído cielo mio. Fecundando con latidos de mis ventrículos su corazón en vino tinto, sus labios definidos, mis preferidos y favoritos.
 Y ante el cuadro a pinceladas decía rico, pues la fortuna tentada rindió al fin su beneficio; y lo he vendido el domingo en el bazar de un amigo, para pagar lo comido y el alquiler de mi piso. Solía verla ya sin saya, libando azul infinito, separados por el vidrio en un destino corrido por arenas de silicio. Y la llamaba con ansias, Doña Gioconda, me faltas, con tu bulbo de melaza y tu boca de piñata clase rara. Solía verla y ensalivarle la lengua hasta dejarla sin habla y no poder decir nada, ni por señas, ni por labia, ni clavada. Y solía quedarse embarrada, sucia y placida, como las hembras que apuestan a nunca ser olvidadas, ni a distancia. Como la Santa Palabra, que rima antes de ser orada la esperanza.
― Solía verla y como caramelo chuparla y nunca se desgastaba, ni se despegaba al saborearla. E igual solía verla sin su mascara, con su sonrisa simpática, sobre la pared de mi sala, enseñoreándola, cual la obra maestra de mi alma.

COMPRI LA COLLEZIONE LETTERARIA ÓLEOS POÉTICOS CON MONDADORI. 

Banner Mondadori Card libri de Tony Cantero SuarezBanner Tony Cantero Suarez & Models

No hay comentarios:

Publicar un comentario