Qué legado tan inhumano y falta de cerebro el que estamos borrando de la tildada revolución cubana, penetrandolos, como ellos un día hicieron, pero con evangelios libertarios, que tienen eco. Que obligó a compatriotas nuestros a ir a combatir falsos cuatreros para defender gobiernos como el de ellos, de corruptos, de embusteros y de dictadores sin congresos. Y a morir en casi todos los continentes defendiendo susodichas causas justas, fomentadas tras nuestro encierro en el paraíso de los cuentos, que groseros.
Que creó el mal en frascos de Mar Caribe, fabricado con gérmenes de balseros ahogados huyendo del irrespeto crónico, que allí se sufre, mientras sin aliento se vive. Puro producto del fiasco de sus dirigentes y de la mortandad de tal modelo, de mal ejemplo. Todo en nombre del progreso, que plebeyos. Que nutre a todas las tierras del planeta con lo mejor y lo peor de los hijos de Cuba, que hoy somos ciudadanos del mundo, resignados a vivir alejados de nuestro pueblo. Que damos hijos a otras culturas, sin olvidar nuestros sueños.
Que ha empobrecido desde nuestros suelos, hasta nuestros bolsillos; y arruinado nuestros hospitales y cementerios, pues ahora nos curamos el destierro, haciéndonos enterrar donde haya matadero. Y ahora me entero, que están tomándolo en serio y desapareciendo sus libros tétricos, apuñalando concepto y desvirtuando lo feo, para que pasemos de lo malo que nos han hecho. E igual me digo, Cantero, que si hay deseos igual hay versos, que si hay meneos, igual hay cuerpos; y que gobiernos, si igual hay viejos, tendremos nuevos.
– ¡Pero sin ellos y la cura es muertos para que avancemos, siempre en nombre en progreso!
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