– Frente al espejo miro el rumbo de mis años, que se ilumina sin desdeño pues no opaco, veo pasando a todo el que me he encontrado, pues quien recuerda su pasado se abre paso.
Frente al espejo si me encuentro igual me pierdo, el rostro aprieto y mis adentros abro tiernos, me tambaleo sin orgullos, ni mareos. Me doy la espiga y doy la flor de mis senderos, parto la espina y con mis yemas la empobrezco, absorbo el jugo y lo inoculo por mis huesos. La tiro al suelo y con mis pies la pisoteo, e igual me vuelvo y continuo a donde quiero. Y queratina que me endulze, me la aprieto…; y cada beso, sabe a labios de florero.
– ¡Y no me miento, ni me callo si padezco, pues clorofila logro hacer, de verdes versos!
– Jugo de espinas cada año saco nuevo, de rosas secas, de mentiras, de amor tétrico. Y si siento que me hincan al espejo, frente a mi ser y frente el, pongo mis sueños; y los cuento…
Frente al espejo, aquí sentado, hasta durmiendo, jugos de espinas me he extirpado de mi cuerpo. Y no he parado de quitarme brujos, celos, trastos, envidia y sinrazones de mis cielos. Lumbre de antaño y utopías de muchacho, mujeres, diablos, caníbales y amigos falsos. Y ni aspirinas he tomado, lo confieso, ni medio peso me he gastado para hacerlo, con solo lirica he calmado mis tormentos. Tan solo como solitario, sin penas escribo versos.
– ¡Que van leyendo, frente al espejo, de vuestros pleitos, los que sufrieron, en carne, cierto!
– Jugo de espinas que un día dolieron, todos perdemos, pero exprimiendolas anulamos vanos efectos, jugo de espinas y crudos lamentos de tiempos feos, siempre hay remedios…
– Frente al espejo, cantando a sueños, de días más bellos, e iluminados, como en conciertos, frente al espejo, mirándonos en serio frente al espejo, donde nos vemos, en carne y huesos.
― ¡Jugo de espinas, que hirieron dentro, sacando gélido, pero contentos, frente al espejo!
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