Con la vista fija anímica, como libélula erguida, ondulando un ritmo breve que la mece cual la brisa mientras silba. De sus rodillas se inclina y sus piernas pliega, gira y se muestra de caderas consentida. Con su carne de delicias y cual manjar en parrilla para quien la adobe y la sirva bocarriba. Se envicia el pecho a caricias, de sus botones se tira, se da a la mano pedida, tibia la Venus se excita y desnuda se aproxima. Me besa el cuello y ante el muro sonriente, me baila para que la describa, oronda, llena de dicha.
– Gozando la noche ebria, cual oda que rima y que me hechiza, cuando le vibra…
Entregándose al delirio desvivida, frente al espejo desvestida y ante mi vista rendida, como mujer vuelta lámpara, que da la luz cuando la miran. Sin medias y a oscuras, atrae mi cuerpo, se enciende y brilla. Se conjura con sus lonjas, flamea cual llama de horda, se balancea hacia lo oscuro, juega a la ida de vuelta, cierra la puerta y se empina y la veo nítida, gélida, venida. Acalorada harta ardiendo bailando un ritmo que inspira, mientras mi mano desliza por su piel de hembra lívida, que olfatea la saliva pervertida.
‒ ¡Gimiéndome un bolero en tempo, que cantado me diría si quiero, demuestro…!
– Bailando abierta en el alero y del balcón de sus cielos, lanzándose para tocar el suelo y luego colgarse del sueño; y entre carnales y juegos veo de adentros, dando de nuevo…
Rebosada con aroma de mis besos, jugando bolas, embriagada de querernos y en nervio, la veo bullendo, columpiando en el crepúsculo sus senos. Divisando el universo de este pueblo, relanzada por su séptimo deseo. Con la boca hambrienta, con su abdomen resistiendo contra vientre, con mi bulbo recitando un verso ecuestre y con su corona rosada, palpitando entre sus piernas el pecado, lela flotando. Hondo agitada y con los brazos en alto, como tormenta girando y con su sonrisa encantando lo contado.
Culebreando su espinazo hasta mis brazos y adentrándose, hasta sentir con mí abrazo, un nuevo orgasmo. Y yo mirando, serpenteando en su presión y eyaculando, por su pasión alterado y secando pues mojamos el teclado, contando lluvias a cantaros en un salón dulce y cálido. Contorneando cuales sombras muros cárnicos, zigzagueando el capítulo apegados. Redondeando rectángulos y triangulando cuadrados en los límites del cuarto. Apretándonos tornillos roscas, clavos y atizando el fuego fatuo del calvario.
‒ Muriendo lentamente ambos quemados, al explotarnos los vasos, sudando…
– ¡Igualándonos, pues nos miramos!
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“DES CHOSES CÉLÈBRES.”
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