lunes, 31 de marzo de 2014

La antítesis del anti Mesías y otras conjeturas, por el antihéroe. [extracto]

THE POETRY GOVERMENT By Vincent Tessier for Tony Cantero Suárez
A la mañana siguiente no habría más luz, ni más calor, ni más nieves. Y del cielo caerían sin dejar verse, astros, quimeras y restos de cometas tenues que hoy por la galaxia se pierden y aparecen al poniente ante los lentes que los velen. Se quemarían las mentes y entre cenizas de sienes la tierra pasaría del verde-azul al gris hirviente. Ya escapaba un gas maloliente que terminaría por ahogar la hierba entre sus mieles. Y la cola de una estrella del oriente, opacaría el universo y explotarían las rocas sobre las olas. Y sin agua, sal, ni leche, se morirían los peces y se extinguirían las especies hoy vivientes. Se acabaría la vida, el jamás y el para siempre, desaparecerían los vientres fértiles y los recuerdos de a veces, dejarían de ser perennes y conscientes. Se resumirían a la nada islas y continentes, al menos mal, al todo en paz, al nadie más y al suelo en magma que se enciende cuando el sol se apaga. Y se haría verdad la bíblica apocalipsis avisada…
Un cataclismo anunciaba el fin del tiempo, del amor, del desamor y del dolor causado por los herpes y las fiebres y en las horas que vendrían todo quedaría inerte. Se terminarían las rumbas y los obreros y la plebe ya no podrían reclamar el dinero que hoy les deben los de las clases pudientes. No habría más pobres, ni más ricos, ni más jefes. Y el planeta quedaría en su soledad, en un estado inconsciente, sin más voces, ni esclavitud, ni padeceres. Sin los menesteres forjados cuando nos duele, cuando la razón se pierde y la tristeza aparece. Ya la hora del adiós tenían en frente causada por las guerras, el rencor y por los tantos gérmenes que ensuciaron las corrientes e impregnaron de lodo los suelos fértiles. Pues sin aire, hasta se le olvidaría a los seres que es el pensar quien da deberes y no los héroes, ni los dioses, ni la suerte.
- Ya era la hora que creen, la de la espera impaciente, hasta que la eternidad legara el fin en lapso breve.
Eran momentos de caos, de incertidumbre, de holocaustos y de desorganización total. Ya no existían gobiernos, ni guardias, ni ejércitos, ni manadas de Quijotes picarescos y desafiantes, empujando cuales  verbos pronunciados para encontrarle remedio al descontento. Ya no existían las jornadas atareadas vinculadas a conceptos ajustados a la máxima de los conocimientos. Ni malos buenos, ni arquetipos sempiternos, ni alabanzas por ayeres, ni objetivos justicieros. Ni alimentos para el pueblo, ni términos medios de juego. Todos corrían y robaban, se mataban, enfermaban y desoían los consejos. Y el sol fundía las estatuas en lingotes de un raro hierro más flexible que la lata, se estremecían los cerebros y faltaba el intelecto. Y hasta en las mazmorras y jaulas los corazones y almas lloraban de desasosiego por causa de los tormentos. El todo estaba perdido y no quedaba ni el habla para consolar las penas con palabras.
- Pero en un lugar de marras que la geografía recoge cómo el espacio donde las traiciones y las discordias se corrigen por ser negativas y nefastas, donde analizando tramas arduas se encuentran soluciones a quienes aquejen por falta de sabiduría sana y de constancia, alejado de la estampa y necesario cómo la esperanza de alcanzar esa paz tan anhelada que salvaría a una especie que retrogradaba exterminándola.
Allí, en una isla insólita y solitaria,  donde aún la tranquilidad imperaba a pesar de los pesares y desgracias que la vida en la tierra a diario cercenaban. Al borde a un oasis de gracia donde fértiles florecen praderas y el agua brota de entre arcoíris y sabanas porque el amor nunca acaba, ni el ser encuentra las trampas cotidianas que frustran las existencias y truncan el pasaje hacia un mañana exento de ansias. Y aunque a lo  lejos se escucharan los truenos y la metralla que la incivilización causaba por culpa de las Hordas que mugrientas, hambrientas y desesperadas, tiraban hasta las manzanas que les quedaban contra cualquiera que intentara conquistar el alba, para hacer que el sol brillara mientras ellos cruelmente se despedazaban, invirtiéndole el sentido a las creencias y refutando las tradiciones de las castas. Se reunieron, bajo criterios de confianza y para conciliar a las almas que sin cesar se discrepaban, los pensadores sin dogmas, los músicos y poetas, los pintores y los artistas que por fortuna no callaban, porque no buscaban fama…
Y este servidor, quien hoy les narra esa página amarga de un pasado que al principio agonizaba ante vuestras miradas, pero que sin lugar a dudas al final catalogarán de la locura más extraordinaria que alguna vez leyeran, o escucharan, creyendo que en realidad los hechos marcan y en la distancia se hilvanan cuando estallan. Ellos,  los del insobornable Gobiernos Poético, nombrado en voto sin secretos y sin plagia por los pocos cuerdos que aún quedaban dando vuelta por sus antiguas y destruidas comarcas, se alejaron de Videntes, de Profetas y de la caótica maquinaria de pecar que en pedazos desarmaba sociedades, e instituía la carencia como reforma de un programa de política autoritaria, que en su carta magna mataría la demanda y renegaría las razas,  exterminándolas…
- Y por allá por el más bello de los lares, por donde la voz que invade llena las plazas y parques, hicieron cambiar los planes y dieron al mundo hilarantes la lección de los saben; y el arte de los que combaten…
Unos y otros a pulso, juntos dándose y mezclándose con las botellas al aire y con tinta, papel y lápiz, firmaron como responsables la Carta de todos los Clanes, suerte de Tratado Máster para lograr la paz con los árabes, con los imperios salvajes y con los populistas galantes. Y en Asamblea sin iguales, llena de copas brillantes, de disfraces de soldados y de pobres por las calles, proclamaron que sin arte no podría especular ningún estado, pues para nadie es de clase el arrebato y sin embargo la creamos festejándolo.
Y el rumbo al mundo cambiaron, haciendo bien y pensando; y entre todos lo lograron, arrebatados y creando. Y allí mismo se inspiraron y se embriagaron gozando, hasta sentir el cansancio y el bombazo…
‒ ¡Pues ellos también explotaron!
- Y hoy yo recuento sus cantos, sus pinceles y poemarios, pues en la isla hice una escala navegando, un día antes de aquel pánico.

Sin descanso, sin silla. (Texto, MP3, Video) -SLAve TRee feat El Idílico Existencialista

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