martes, 16 de septiembre de 2014

El día del Alba estrellada.

Cara de Caballo by Ariel Arias
Después de letargos y erranzas con la mascara quitada y a pura sangre su espada esculpida a puño y capa. De rojo al viento quebrada como quien bate una llama sofocándola, luchando contra la saña y devorándola apresada. Juntando hazañas con garras y haciendo con tripas salsa al ritmo de sus corazonadas, montaba un alazán de raza y se iba a galopar por la sábana que quedaba detrás de su casa. Para recibir la magia en acampadas y sentir despegar de la mañana el día del alba, cual la verdad que es fría y calidad, como la gracia.
— ¡Cual la pasión de otra inmensa madrugada, para estrellarla; – y contaba las semanas desgastadas, haciendo listas bien largas.
Y solía esperar horas lánguidas, imaginando que su amante regresaba y no sus cartas. Y describía las pasadas, las rectas curvas, las menos malas y las baratas. Las circunferencias cerradas, las disyuntivas sarcásticas y las coordenadas leche y karma. Las de sonrisas, las más amargas y las pesadas. La buena espiga y la espina baja. Y sobre montura de plata, montaba gafas doradas, viajando hacia el sol por las playas. Saltando colinas altas, cortando alas de palmas, besando a diosas y santas y desnudando a las majas polvo y agua…
Menguando lunas descalzas con vaginas inflamadas, e importunando a canallas, que al dulzor se masturbaban admirándolas cuando se derramaban orgasmicas. Goteando aceites de algas con humos de faldas bajadas. Y equivocando añoranzas vagas, cambiando suerte por nada en una plagia. Puliendo ninfas de estatuas degradadas, soñando a ensueños en camas placidas: y agradeciendo a distancia una mirada. Recuperando una paja que en un granero divagaba ensimismada y noctambula, para meterla en su caja plástica.
Sin caer en emboscada dentro de armadas satánicas infertiles y desgraciadas, ni en embrujos de viejas plantas olvidadas sin plantearlas. Buscando brisas opacas para con su voz embelesarlas y calmar su faltas del alma, inspirado en cada hora que pasaba, humedeciendo al rocío su esperanza. Mirando al cielo desde el fin de la sábana, encendiendo velas con palabras sobre la montaña donde solo se sentaba el a esperarla. A dejar rodar las piedras sin pararlas, hasta ver la madrugada disipada en aire y lagrimas, anunciando con azul mañanas claras.
- Reviviendo la ilusión que dormitaba, recibiendo el día del alba en una pagina estrellada, cual Milsueños rojo nervios y azul gracia.
- Que brotaban revelados de la excelsa intimidad de sus entrañas, con la magia que buscaba al escaparse en pura raza, sin más mascara.
— ¡Para el erguirse frente al sol, dando la cara, iluminandosela!
Ariel Arias
SITIO WEBhttp://www.ariaphotographe.com

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