– El camino que no he cogido termina entre rejas, e himnos, cantados por los oprimidos…
El del costado en principios colmados de dogmas con filo y ripios de objetivos bíblicos, maldichos pero bendecidos. Aquel va hasta dos molinos arruinados al borde de un río seco, donde los peces dormidos intentan aún el trayecto, con sus colas dando brincos y sus espinazos torcidos, sin más escamas, dolidos y congelados en la nieve, como el molinero.
Ese que se ve en el medio me llevará hasta Tres Deseos pedidos de mis recuerdos, solo, pero como ya no me acuerdo, tendré que cambiar de pueblo y querer al que vea primero. A este lado un agujero me indica que si no me pierdo visitaré tierras del centro, con paisajes rojo fuego, pero no me gusta adentro, prefiero cautivar el cielo aunque esté lejos.
– Por eso he cogido un verso, mi bufanda y espejuelos, mi sonrisa de extranjero y mi arco cerebral ecléctico…; y me he venido a ver el séptimo, para contarselos luego…
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