Hay despertares de entonces en lares donde hubo goce y terminamos sin voces, los catorce. Hay despertares de hoy, con liras, de horas, de ayer, de anoche y mediodías. Y hay despertares que alumbran y lagrimales que inundan ojos dulces que sin sabores nos urgen.
Que seducen con motivos a quien ama, cautivando la mañana engalanada bajo una piñata de bronce que cual el sol nos adore, para volver a la cama, a calentarla con la persona amada. Que al despertar nos implore enamorada, bajo sabanas, sigue durmiendo, sueña lo nuestro, dale delirios, quita tormentos, muerde mis besos y dame mi taza, de leche al alba.
Que aún es de noche para adentrarse corriendo, vuelve con calma mi caramelo, dame y te lego, mi cuerpo bélico. Chupame un beso para lamer tu ego cual estatua en una página del tiempo. Y pasa de nuevo tu mano cálida, sobre mis caderas cándidas, que abrazan.
Para cual bobina rodada que no ha sido aún ordenada para hilarla, quitarme hilos y apagar la lampara, pues las tiendas aún cerradas recuerdan que la madrugada suele al despertarnos abrirse cual broche al alba, para rociarla de ganas y de gracia, al solearla.
– ¡Y hay despertares que alagan, si ante la vista, en las entrañas se ilumina la esperanza!
Pictures courtesy of Eva Moreno Photographiste in Paris, France
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